Mario Patrón Sánchez*
CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- En un país inmerso en una crisis inédita de violencia y faltas a las garantías más fundamentales, el Día de los Derechos Humanos –que se celebra este sábado 10– no puede ser un mero acto de conmemoración; es un día que nos recuerda lo alejados que estamos de los estándares que debería cumplir un país que se pretenda democrático. No se trata, como se ha querido presentar, de un tema de percepciones o conspiraciones: los datos duros y las observaciones de mecanismos internacionales de vigilancia de los derechos humanos así lo demuestran.
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