CIUDAD DE MEXICO (apro).- Pues sí, estimado lector: el que escribe la presente considera que tienen la razón los que aseguran que la criatura humana no es un ser de razones, sino más bien de pasiones, y eso se ha podido comprobar con el reciente fallecimiento de Fidel Castro, pues unos lo han ensalzado hasta el límite y otros lo han denostado en el mismo grado. Los primeros lo han visto como ejemplo de humanismo, como un redentor de los explotados, como una de las grandes figuras del siglo XX y un ejemplo a seguir, expresando un hondo y respetuoso dolor por su muerte; los segundos, por su parte, lo han calificado de nefasto dictador, cruel y sanguinario, casi como un demonio por imponer en Cuba la bella e equivocada idea del socialismo, o del comunismo, decisión estúpida por sujetarse a una ideología y no ser pragmático, con lo que hizo imposible el desarrollo y la bonanza en la isla, y muchos de ellos demostraron con exultante alegría callejera la defunción del líder isleño.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí