WASHINGTON (apro).- La llovizna matinal vaticinaba que poca gente saldría de sus casas para asistir a la investidura presidencial de Donald Trump y pasar al menos cinco horas a la intemperie, frente a las escalinatas del Capitolio o sentados en las heladas gradas que fueron colocadas a lo largo de la avenida Pensilvania, en esta capital.
Conforme pasaban las primeras horas de este viernes, quedaba claro que el estado del tiempo no sería el pretexto para atestiguar la juramentación de Donald Trump como su presidente número 45.
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