Olga Pellicer
CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Los primeros días de la presidencia de Donald Trump han sacudido al mundo. El nuevo habitante de la Casa Blanca no se ha apartado del guion de su campaña. Su propósito central ha sido exaltar los reclamos, prejuicios y odios de los electores que lo llevaron al poder. El interés en promover la reconciliación interna le es completamente ajeno; otro tanto lo son la racionalidad o la disposición a considerar otros argumentos. Con una actividad frenética en materia de órdenes ejecutivas, tuits y llamadas telefónicas, Trump fijó, durante los primeros 10 días, el sello autoritario, ofensivo e irracional de su gobierno. La resistencia nacional e internacional a esa línea ha sido inmediata.
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