CIUDAD DE MEXICO (proceso).- La apertura del Papa Francisco a debatir la supresión del celibato sacerdotal provocó que los curas casados mexicanos, aglutinados en la organización Ministrare, redoblen sus contactos con los obispos del país con el fin de que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) discuta abiertamente el tema y les permita, por lo pronto, tener mayor participación en las labores clericales.
Dentro de la CEM, mientras tanto, el obispo Felipe Arizmendi –quien apoya su trabajo con cientos de diáconos casados en su diócesis de San Cristóbal de las Casas– considera que éstos son un “tesoro” y bien podrían “colaborar en muchas acciones pastorales” de la Iglesia en México, pero sin llegar a darles el sacerdocio.
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