MÉXICO, D.F., 3 de marzo (apro).- Eran las ocho de la noche del 20 de noviembre último cuando un sedán color arena se le cerró al auto que conducía Edwin Emilio Escamilla Cabrera en la ciudad de Pachuca, donde trabaja como policía preventivo. De él descendió un sujeto que le preguntó: “¿Eres hijo de Francisco Escamilla Amado”””””
Sin darle tiempo a responder, lo sacó por la fuerza de su Chevy Monza para subirlo al sedán donde lo esperaban tres personas. Comenzaron a golpearlo; luego lo llevaron a las oficinas de la Policía Ministerial y siguieron torturándolo.
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