MÉXICO, D.F., 3 de marzo (proceso).- A los dos días de nacida, Carolina Mendoza Hernández se rodaba en la cama, empezó a caminar a los nueve meses, y un mes después hablaba con claridad.
Desde pequeña mostró atracción por el agua. Ante el menor descuido de la familia la niña se introducía al inodoro, daba pequeños brincos y no paraba hasta quedar empapada.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí