ROMA (apro). — Fue el 3 de octubre de 2015, un día antes del sínodo de las familias –la reunión en la que el ala progresista pretendía abrir la Iglesia a gays y divorciados–, cuando, sacerdote y funcionario importante de la Congregación de la Doctrina de la Fe, reveló que no sólo era homosexual sino que tenía novio –un catalán llamado Eduard—, suscitando la repulsa pública de varios de sus colegas de la Santa Sede y un buen número de jerarcas católicos.
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