“¿Dónde está la llave?”

CIUDAD DE MEXICO (apro).- Lector de todos mis respetos: este 30 de abril, Día del Niño como todos sabemos, hizo que mi yo se dividiera en dos, en la parte de mi diario vivir y la del recuerdo de la lectura de Peter Pan. La de servidor permanente vio con simpatía fraterna a la del personaje literario por lo que ella me hizo rememorar lo que simboliza, esa nostalgia de la infancia, la que todos, unos más y otros menos, tenemos en el fondo de nuestro ser como recuerdo de una edad feliz; como el Edén o Paraíso de nuestras vidas, lugar en los que nos sentimos alegres, confiados y felices al estar protegidos de cualquier amenaza por nuestros progenitores, muy en especial por la madre de cada uno.

A esa placentera idea, mi otro yo del momento, Peter Pan, replicó furioso que no siempre era así, pues la realidad mostraba que no faltaban padres que son torturadores, verdugos de sus hijos. Lo admití. No se dio por satisfecho con eso y añadió que por no correr tal peligro, decidió abandonar a los suyos, no seguir creciendo y vivir para siempre en el país de Nunca Jamás, negando con ello dar ese estúpido salto al mundo de los adultos y así vivir sin preocupaciones absurdas que van amargando la vida.



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