ZOOMPOLITICOM / CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Nadie rebaje a lágrima o reproche. El pasado miércoles 5 llamó al programa de radio del popular locutor Toño Esquinca una mujer. Participó en un concurso y al preguntarle a qué se dedicaba dijo que a la prostitución. Esquinca no se resignó a que la radioescucha se dijera satisfecha de su oficio y le ofreció trabajo administrativo en la estación.
Me pregunté si se conmovería con la llamada de un escritor. Este oficio ha cambiado, en parte justificadamente, con la pretendida democratización del trabajo intelectual. Sin embargo yo no creo en ésta; lo que se observa es una sustitución de la artesanía intelectual y artística por formas miméticas de reproducción de valores, incluidos los estéticos.
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