DESPRECIADOS POR EL IMPERIO

SAN DIEGO, Cal., 14 de abril (proceso).- Mientras volaba sobre territorio estadunidense en marzo de 2003, Héctor Barajas revisó mentalmente algunos detalles. Al escuchar el ruido de los motores sabía que el avión iba a una velocidad crucero de 700 millas por hora y sólo con asomarse a la ventanilla calculó que se encontraba a unos 11 mil pies.
El vuelo entre Bakersfield, California, y Phoenix, Arizona, le pareció muy tedioso. A diferencia de lo que había hecho en los últimos años, cuando era parte de la Brigada 82 de Paracaidistas de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, esta vez no iba a saltar.


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