CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Ante todo y sobre todo vaya por delante la admiración y respeto de servidora a todos los espontáneos que desde el primer momento, después del sismo del pasado martes 19 de septiembre, acudieron a socorrer a sus prójimos afectados por el mismo.

Verdaderamente conmueve ver y comprobar que una tragedia como esa genera una respuesta de ayuda colectiva, de solidaridad en esta globalidad que fomenta, alimenta, alienta y premia la competencia y el éxito individual, el individualismo competitivo, el afán de ganancia, la que confunde el tener con el ser, con lo cual se espolea el consumismo; ante ese hecho es conmovedor y muy significativo ese movimiento espontáneo masivo de la ciudadanía, al cual considero como un terremoto que agrieta y hasta muestra la duda que hay en mantener ante las variadas ideologías que, desde el pasado a nuestros días, están empeñadas en ver en los más como una masa de borregos de Panurgo, es decir, que hacen del hombre del común un rebaño de borregos que deben ser guardados y guiados por los pastores, de las minorías selectas o las grandes personalidades, o por una minoría de excelentes, como, por ejemplo pensaron en sus tiempos, Aristóteles con su idea de que había humanos nacidos para mandar y otros para obedecer, e incluso para ser esclavos; el inglés T. Hobbes, que percibe al humano como un ente egoísta, preocupado por su propia conservación y, por lo tanto, sumido en guerra constante contra sus prójimos, por lo que en su estado natural, el hombre es un lobo para el hombre; el también británico, T. Carlyle, quien concibió la historia como obra de una minoría selecta: los héroes salvadores y guías de la humanidad; el estadunidense R. W. Emerson con su obra “Hombres simbólicos”, en la que dice que es natural creer en los grandes hombres y que la naturaleza parece existir para los hombres excelentes; o J. Ortega y Gasset que en su libro “La rebelión de las masas”, escribe que las mismas, esto es los humanos del común, es aquella parte del cuerpo social que no actúa por sí misma, que ha venido al mundo para ser dirigida, influida, organizada y representada, pues necesita referir su vida a una estancia superior… constituida por las minorías selectas, ya que esa minoría dirigente es esencial para la humanidad, pues sin ellas, sin esos hombres la misma humanidad no existiría.