OAXACA, Oax. (apro).- Los ruidos bajo la tierra fueron secos, inaplazables, con sacudidas muy intensas. Luego vino el terror, la desgracia, el luto. Ahora, entre los escombros de la devastación, la angustia, el miedo y la desolación, emerge como un insulto lo inexplicable: la deshumanización de los gobernantes que los ha llevado a cometer atrocidades como desatender el Sistema de Alerta Sísmica de Oaxaca (SASO).
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