CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Aún sin sobreponerse al duelo, miles de familias enfrentan la tragedia patrimonial. Hay un cruce de emociones que se expresa –así lo he recogido en testimonios de damnificados en Oaxaca, Morelos y la Ciudad de México– en las zonas afectadas por los sismos: la alegría por saberse vivo con la decepción de haberlo perdido todo.
La oportunidad es grande para un gobernante. Se trata de la posibilidad de marcar la historia, con decisiones que contribuyan a superar el desastre, fórmulas creativas para la eficacia en el aprovechamiento presupuestal, políticas integrales para la reconstrucción material y moral de las comunidades, libre de cualquier sospecha de abuso.
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