Peña Nieto y la realización del ritual

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El regreso del PRI a la Presidencia de la República trajo consigo la reedición de formas, vocablos que resurgieron, axiomas para normar conductas, concentraciones de notables o masivas y apoteósicas recepciones, a veces para levantar el ánimo y otras para enseñar el músculo. A los que no piensan igual, gases y toletes, que reinauguran las añejas fórmulas de ejercer el poder, o peor, la represión selectiva que encuentra la coartada perfecta en la heredada violencia delincuencial.

Durante 12 años, un partido distinto ocupó “la silla”, invocación monárquica. Por maneras propias, el panismo desterró los antiguos rituales –como los llamaría Enrique Peña Nieto— vigentes durante 70 años de configuración de la cultura política del país y replanteados en los últimos cinco años. Y en estos días se desempolva uno de los más relevantes: el destape.



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