MÉXICO, D.F., 23 de abril (proceso).- Por fin, después de 10 años, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) se ha abierto a la discusión sobre sí misma. Tan sólo por eso valió la pena la acción emprendida por su rectora, la doctora Esther Orozco, al dar a conocer su opinión y algunos datos relevantes respecto del desempeño de esta emblemática universidad para el Distrito Federal y para el país.
No puede ser que cualquier intento de opinión sobre la UACM sea considerado atentatorio contra su autonomía, un acto reaccionario en contra de un proyecto popular. Una universidad que se cierra a sí misma, aunque esté en “construcción” (la esencia de cualquier universidad que se digne de serlo es que se proponga el cambio y la superación permanentes), deja de serlo. La universidad debe estar abierta a la reflexión crítica hacia adentro y hacia afuera, expresar sus distintas posturas (creer que en una universidad debe prevalecer una sola idea sobre ella es totalmente equivocado) e innovar, porque si esto no ocurre se convierte en algo más parecido a una Iglesia, y va en contra de su misión central, que es la de generar nuevos conocimientos, impulsar la creación intelectual, practicar la investigación y la docencia, construir una sólida reflexión teórica y lingüística, y aportar a la sociedad una cultura universal.
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