#MemoriaPública
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El ritual del tapado en el PRI que se lo atribuyen a Adolfo Ruiz Cortínez cuando en 1957 designó a su sucesor, Adolfo López Mateos, con una serie de señales que no podían descifrar los exégetas de las sucesiones presidenciales, ya envejeció. Medio siglo después esa liturgia huele a rancio y su cara desgastada y ajada por el uso y el tiempo ya no asombra ni sorprende a nadie.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí