EUROPAFOCUS / BRUSELAS (apro).- Aquel 21 de febrero de 2012 -un día “lúgubre, nublado y frío”-, las integrantes del grupo de arte político ruso Pussy Riot, Nadezhda Tolokónnikova (Nadia), María Aliójina (Masha) y Yekaterina Samutsévich (Katia) se encontraron a la salida del metro Kropotkinskaya de Moscú, así llamado en honor al pensador anarquista.
La misión de las Pussy Riot: realizar en la muy turística Iglesia de Cristo Salvador, con otras activistas del colectivo, el hoy famoso performance de la “Plegaria punk”, en la que claman a la virgen María que se vuelva feminista y denuncian muy a su estilo la cercanía política del patriarca de la iglesia ortodoxa rusa, Michel Goundiaiev, con el presidente Vladimir Putin.
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