CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los cinco años y un mes transcurridos desde que inició el gobierno de Enrique Peña Nieto representan un período de violencia similar a la registrada en el sexenio de su antecesor, Felipe Calderón. Pero, como no ocurría desde la llamada “guerra sucia”, el recuento de victimas alcanzó a miles de opositores a sus políticas gubernamentales.
Los efectos de las reformas estructurales, principalmente en el ámbito energético y educativo, así como la imposición de megaproyectos de infraestructura pública y las concesiones privadas, destacadamente a la minería trasnacional de alto impacto, son por lo general la motivación de inconformidades sociales, detonantes de movimientos que enfrentan una violenta embestida con una coartada perfecta en la “guerra contra el narco”, la “narcoviolencia”, la “delincuencia organizada”, dicho así, de manera genérica, sin responsables primeros ni últimos.
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