CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Erráticas, las estrategias para infundir miedo en el electorado se desvanecen. Apelar al prejuicio, la amenaza y el peligro que entraña la propuesta de Andrés Manuel López Obrador, lejos de influir en el ánimo electoral, resulta risible, anticlimática.
No es fácil para los priistas (y panistas-perredistas, esa gente del Pacto por México), configurar el mal en el adversario, porque sus cargas, que son las cargas del mal gobierno de Enrique Peña Nieto y de los miembros de su partido expuestos por corrupción, lo superan todo.
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