CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La celebración de los priistas por los 89 años de su fundación fue otra oportunidad perdida para José Antonio Meade Kuribreña, el candidato que, sin ser militante de ese partido, se convirtió en el único orador del acto conmemorativo.
Evidente. Fue una de las muchas contradicciones que su candidatura entraña. Y sin duda reflejo de uno de los riesgos que el priismo enfrenta: acudir a un acto de primera importancia y carga simbólica del PRI, como su candidato, pero manteniendo la distancia, sin identificación con sus miembros.
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