CIUDAD DE MEXICO (apro).- Hubo un tiempo, no hace tantos años, que los ajedrecistas sólo podían estudiar en libros, los cuales, en lo que se refiere a ajedrez, se contaban con los dedos. Las editoriales eran escasas y quizás Diana y Bruguera hacían un interesante esfuerzo, poniendo títulos muy populares para una época en donde el ajedrez era –para la mayoría de las personas– un simple juego de mesa. Así conocimos los tomos de combinaciones y sacrificios brillantes de Fred Reinfeld, un jugador que probablemente habría sido sin lugar a dudas Maestro Internacional. O bien, el “Ajedrez lógico jugada a jugada”, de Irving Chernev, cuyo valor didáctico no se pone en duda, aunque en ocasiones se pasaba de dogmático.
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