CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Nunca, en sus 48 días de campaña, Margarita Zavala acaparó los reflectores como lo hizo el miércoles 16, al anunciar su renuncia a la contienda electoral. Su discurso encendido, sus eufemismos, se fueron apagando de manera paulatina, hasta que llegó el anuncio del que ni sus colaboradores estaban enterados. Lo hizo “por un principio de congruencia”, según dijo, justo cuando su popularidad iba en picada en las encuestas, en las que nunca creyó.
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