CONTRAPLANO / MONTERREY, N. L. (apro).- Gloria Grahame (Annette Bening) fue una gran figura de cine a mediados del siglo pasado. Al llegar la modernidad a la pantalla, junto con otros rostros frescos, su aura de diva se fue desvaneciendo. En la decadencia, encontró el amor en Peter (Jamie Bell), un joven inglés al que le doblaba la edad. Juntos vivieron una tórrida y breve pasión que la fatalidad condenó a la separación.
Las estrellas de cine nunca mueren (Film stars don’t die in Liverpool, 2018) es un romance otoñal basado en la vida real, que presenta la suerte cruel de las mujeres que han dejado de ser útiles para la industria del entretenimiento. Es desoladora la mirada que echa Paul McGuigan, basándose en las memorias de Peter Turner, el joven amante que llenó de dicha los últimos años de la alguna vez cotizadísima actriz, ganadora del Oscar por The bad and the beutiful (1952).
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