Reportaje/ Prisma Internacional/ HAMBURGO (apro).- “Dejamos que los pacientes se inyecten ellos mismos, porque ellos saben mejor que nadie qué vena ya está lastimada, dónde duele menos. Los doctores o enfermeras están presentes para asegurarse que nadie se lleve la heroína a la calle para venderla. Luego que el paciente se inyecta su dosis, debe entregar la jeringa”, explica a Apro el doctor Christian Haasen, médico psiquiatra especialista en adicciones a drogas duras.
Haasen fue el corazón y motor del exitoso proyecto en Alemania de clínicas de sustitución de opioides, donde en casos extremos se brinda heroína gratuita a personas a quienes los tratamientos tradicionales no les funcionaron.
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