CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los reclamos democráticos al interior del sindicato petrolero llevan tiempo en gestación, pero nunca como hasta ahora habían tomado tanta fuerza en el interés por terminar con el cacicazgo de Carlos Romero Deschamps.
El veterano dirigente es uno de los más representativos de la antidemocracia sindical. Con cuatro reelecciones en cinco lustros, a sus 75 años se mantiene aplastando a la disidencia, impidiendo el avance de opositores y, sin recato en la opulencia, ha entendido cómo navegar en las aguas de las transiciones.
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