CIUDAD DE MÉXICO (apro).– Mientras espero, como cualquiera, a que sea generalizada la toma de conciencia sobre lo inviable de nuestra sociedad de consumo; a que por lo menos desde el ámbito empresarial se emprendan políticas de trabajo a distancia; a que nos organicemos para compartir los traslados cotidianos; a que revolucionemos nuestra movilidad, y a que trabajemos en nuestra empatía y solidaridad ante las desgracias ajenas, me sobra tiempo para opinar sobre la justicia que necesitamos.
Por ejemplo, la justicia que deberá surgir para controlar la validez de la política en materia de seguridad que nuestro gobierno se empeña en imponernos o la justicia que hará falta para contrarrestar la restricción excesiva a la libertad a través de la prisión preventiva oficiosa. O desde otro escenario, la justicia que ajuste la política de bienestar a un enfoque de derechos humanos; la que contribuya a erradicar la violencia contra las mujeres; la que asegure un futuro para nuevas generaciones.
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