CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hace cuatro años escribí en Proceso una opinión crítica sobre el nombramiento del ministro Medina Mora. Por congruencia, no puedo guardar silencio respecto de las designaciones impulsadas por el nuevo gobierno para la Suprema Corte. ¿Está en juego su independencia ante el poder político cuando la integra? ¿Existe algún remedio viable para evitar la captura de la justicia con nombramientos a modo? En este tema la postura presidencial es bien simple: tiene la atribución de proponer las tres candidaturas que estime más convenientes, así que eso es exactamente lo que ha hecho. Su orientación partidista o sus relaciones particulares no le merecen mayor consideración. Basta asegurar que se trata de personas honestas.
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