CIUDAD DE MÉXICO (apro).– En su esfuerzo por hacer grande a Estados Unidos de nuevo, el presidente Donald Trump ha erosionado la influencia global de su nación.
En Siria prácticamente ha renunciado ante Rusia; al abandonar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), prácticamente le dejó el terreno a China para hegemonizar en la cuenca del Pacífico; en su guerra comercial con este país, debilita la relación con el gigante del siglo XXI; al romper el pacto sobre misiles balísticos con Rusia, provoca una nueva carrera armamentística; al enfrentarse a sus aliados, desde la Unión Europea y Canadá hasta México, mina su propia credibilidad y los obliga a buscar nuevas equilibrios estratégicos, sin tomar en cuenta a Washington.
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