MONTERREY, NL (apro).- Limonada (Lemonade, 2018) tiene un título perversamente contradictorio: es un drama amargoso e indignante. Con su ópera prima, la directora Ioana Uricaru asesta una patada en la entrepierna al sistema migratorio de Estados Unidos al mostrar, con la más diáfana claridad, la vulnerabilidad en la que se encuentran personas que llegan a ese país en busca del cada vez más lejano y cada vez más costoso sueño americano.
La realizadora sabe de lo que habla. Inmigrante rumana, radicada en la Unión Americana, pasó años duros buscando establecerse en el país de la “libertad y la democracia”. A eso se refiere con el título de la cinta, que se toma de una frase que es universal: si la vida te da limones, haz limonada. Hay que tomar la vida como viene, y hacer el mejor esfuerzo. Pero es imposible cuando un extranjero busca cambiar de país y se encuentra con un oficial de migración inescrupuloso, malvado y abusivo.
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