CIUDAD DE MÉXICO (apro). – En estos días se ha hablado en el país de la felicidad, de si somos o no felices en este México convulsionado por la violencia brutal y cotidiana. La felicidad es un enigma circular de dimensiones colosales. Desde tiempos antiguos los filósofos la abordan. Desconcierta la forma en que la conciben, algunos negando su posibilidad. Otros la hacen el fin de la vida humana. En este limitadísimo espacio, con osada humildad trato de la felicidad, con palabra tangente como línea que solamente toca de pasada, un diminuto punto de la esfera inabarcable donde ella habita.
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