CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Durante años la familia de Rosario Ibarra de Piedra fue espiada por emisarios del gobierno que la seguían en autos y escuchaban sus conversaciones telefónicas; sufrió múltiples amenazas, su casa fue allanada por hombres armados y al doctor Jesús Piedra Rosales –esposo de doña Rosario– lo torturaron hasta romperle la columna.
Todo cambió para la familia a partir del 25 de noviembre de 1973, cuando su hijo Jesús, de 19 años, pasó a la clandestinidad con un grupo guerrillero y dos años más tarde desapareció a manos de agentes policiacos.
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