Todos los imperios requieren contrapesos y equilibrios y el digital no es la excepción. A diferencia de otras épocas, el imperialismo digital del siglo XXI es interdependiente porque es global. Lo domina Estados Unidos pero los países tienen derecho, oportunidad y sobre todo el deber de prosperar en el mundo interconectado de Internet. La nación (los gobiernos, las empresas, los negocios y las organizaciones) que no lo haga quedará rezagada y sus ciudadanos expuestos a una nueva desigualdad y pobreza que ahora es digital.
En 1966 Herbert Schiller desarrolló la teoría del imperialismo cultural que hacía referencia a los conglomerados mediáticos y sus contenidos. La hegemonía digital tiene sus propias modalidades, pero nadie quiere quedarse atrás en la transformación digital.
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