Javier Sicilia
MÉXICO, D.F., 23 de febrero (proceso).- Se ha escrito mucho sobre la renuncia al papado de Benedicto XVI. Las opiniones “al menos las que conozco” giran en torno al catastrofismo apocalíptico, a la conspiración política o al cansancio y la vejez del Papa. Nadie, sin embargo, ha tratado de entender sus motivos espirituales. No es para menos. En un mundo desencantado, donde todas las instituciones han entrado en una profunda crisis, las cosas del espíritu han dejado de existir o, al menos, de pensarse. La misma institución de la Iglesia ha contribuido a ello.
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