Del invierno que abusó de la palabra, a primavera de razón

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Sobre el abuso del poder y de la palabra, es que se debe debatir, no sobre una supuesta libertad de expresión incitadora de infamias. Retórica azuzadora de aquel que con ella hipnotiza masas. Misma que es defendida con sofismas por sus acólitos o solapada por lenguas en conserva. Retórica esa que incita al odio y ciega a la gente, que llama a la violencia, siembra discordias y asalta capitolios y honras. No se olvide en qué círculo sitúa Dante a los “sembradores de discordias”. La palabra es el principio de la acción, y la que es envenenada, de la acción despótica.

Hay quienes, desde el poder, apelan a la supuesta libertad, pero que anulan o ponen en peligro la genuina, la de los ciudadanos. La anulan o amenazan al concentrar con desmesura el poder para aferrarse al mismo, y trastocar, con caprichos e ideologías erradas, tradiciones y valores seculares.



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