Para Tomás Rojo y su familia
CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- De todos los principios éticos, la compasión –sentir el sufrimiento del otro– es el más difícil de practicar: a nadie –dice André Compte-Sponville– le gusta ser su objeto. Tampoco sentirla. En México, sin embargo, la compasión, socialmente hablando, se volvió casi inexistente. Lo que ha prevalecido en los últimos 16 años es precisamente su contrario: la dureza, la crueldad, la indiferencia, la insensibilidad. Lo muestran los más de 300 mil asesinados, los más de 88 mil desaparecidos y las más de 4 mil fosas clandestinas, que permanecen impunes y cuyo número aumenta.
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