CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En junio se cumplieron 150 años del inicio de la rebelión “antirreeleccionista” encabezada por Porfirio Díaz. El movimiento armado se hizo al amparo del Plan de la Noria, del 8 de noviembre de 1871; en él se sostenía, entre otros puntos: “Que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el ejercicio del poder y será ésta la última revolución”.
A pesar de lo que dicen los defensores de Díaz, en el sentido de que su gobierno transformó a México, no se puede dejar de reconocer que fue un cínico, desvergonzado y mentiroso. Fueron muchas las víctimas de su ambición de poder. No fue la última revolución ni el último ambicioso; hubo necesidad de organizar otra para deponerlo; y una más, la de 1927, para defender el principio de no reelección.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí