CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- En las últimas dos semanas la política de protección internacional de México exhibió su doble rasero: mientras el gobierno federal ofrecía la bienvenida a los 391 nacionales de Afganistán que llegaron al país con visas humanitarias, agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y soldados de la Guardia Nacional (GN) reprimían con insultos y violencia a cientos de personas centroamericanas, haitianas, venezolanas y de otras nacionalidades que salieron en distintas caravanas en Chiapas.
Así, a la par de que medios internacionales y nacionales celebraban la llegada de los refugiados afganos sanos y salvos a este país, organizaciones de la sociedad civil y agencias de la ONU condenaban las agresiones contra los migrantes, algunos con bebés en brazos, y exigían el cese a la violación de los derechos humanos y del derecho a la protección internacional de las personas migrantes en el sureste.
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