CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Kevin Berlín tenía ocho años cuando atravesó una de las paredes de cristal de la Unidad Deportiva Leyes de Reforma, en su natal Veracruz. Estaba corriendo adentro del gimnasio antes de comenzar su entrenamiento de clavados y se atoró con el pie de un compañero; el tropezón causó que saliera volando, se protegió la cara y metió una de sus manos, pero en todo el lado izquierdo de su cuerpo se le encajaron tantos trozos de vidrio que en un instante quedó ensangrentado.
Cuando sus papás llegaron a verlo al hospital público al que fue trasladado, los médicos ya habían suturado las heridas. Se le veían los hilos sobre las cortadas que tenía en la boca, la mano, el torso, en parte de la rodilla y, la más aparatosa, en la pantorrilla.
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