MÉXICO, DF, 15 de agosto (apro).- Hace unos años, cuando internet y la web empezaban, un argumento muy usado era que de alguna manera, gracias a la red de redes, podíamos ser nuestro propio editor, publicar nuestras ideas sin necesidad de que alguien las calificara o las evaluara para saber si valía la pena su difusión.
Otro argumento en este mismo tenor iba en el sentido de que internet era democrático y que uno podía poner una página con la información que quisiera y que, entonces, tendríamos presencia en la red, igual que la tiene IBM, Apple, Microsoft o cualquier otra gran corporación.
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