Alejandro sobrevivió de manera milagrosa a la lluvia de balas que militares dispararon contra la camioneta en que viajaba con su hermano y sus amigos, cinco de los cuales murieron y uno se encuentra gravemente herido. “Escuché voces de los soldados que decían ‘¡mátenlo, mátenlo!’. Después uno de ellos me preguntó ‘¿quieres vivir o quieres morir?’’, cuenta. Este caso –que atrapó la atención mediática– no ha sido el único en esta ciudad: el Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo ha documentado al menos 30 ejecuciones arbitrarias por parte de efectivos del Ejército y de la Guardia Nacional en lo que va del sexenio de López Obrador.
Ciudad de México (Revista Proceso).– “Me siento destrozado, no tengo miedo, coraje ni nada, me siento ido, como que se me van las cabras de repente. Tengo un dolor machín por mi hermano”, confía Alejandro Pérez, joven de 21 años que sobrevivió de manera milagrosa a la lluvia de balas que elementos del Ejército dispararon contra una camioneta que dejó un saldo de cinco jóvenes muertos y uno gravemente lesionado en Nuevo Laredo la madrugada del domingo 26 de febrero.
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