OBAMA Y EL DOLOR DE CHILE

MÉXIOC, D.F., 19 de marzo (proceso).- Cuando Barack Obama desembarque en Chile este 21 de marzo, para una visita de 24 horas, algo crucial va a faltar en su agenda. Habrá mariscos suculentos y discursos que elogien la prosperidad de Chile, acuerdos bilaterales y encuentros con los poderosos y los pomposos, pero no hay planes, sin duda, de que el presidente de Estados Unidos tome contacto con lo que fue la experiencia fundamental de la reciente historia chilena, el trauma que el pueblo de mi país padeció durante los casi 17 años del régimen del general Augusto Pinochet.
Y, sin embargo, no sería imposible que Obama se asomara a una pequeña muestra de lo que fue la aflicción de Chile. A escasas cuadras del Palacio Presidencial de La Moneda, donde ha de ser agasajado por Sebastián Piñera, 120 investigadores se dedican asiduamente a recoger una lista definitiva de las víctimas de Pinochet para que se les pueda entregar alguna forma de reparación. Este es el tercer intento, desde que terminó la dictadura en 1990, de enfrentar las pérdidas masivas que ésta ocasionó. Dos comisiones establecidas oficialmente ya habían escrutado una inmensa cantidad de casos de tortura, ejecuciones y prisión política, pero se fue haciendo claro, con el paso de los años, que innumerables abusos de derechos humanos seguían sin identificarse. Y, de hecho, la indagación corriente ha recibido 33 mil solicitudes adicionales, horrores que no habían sido registrados.


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