CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Todas las sonrisas del mundo parecían concentradas esta tarde en la tarima del zócalo capitalino durante el acto de cierre de campaña de la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, quien antes de iniciar su discurso lucía más suelta y efusiva que lo habitual mientras saludaba a los representes de las diferentes tribus de su partido.
Allí, en el templete levantado con calculada intención simbólica frente a Palacio Nacional –algo que se estilaba en las campañas del viejo PRI, el siglo pasado– Sheinbaum se encargó, primero que nada, de dar un mensaje de unidad con apego irrestricto al manual de las buenas costumbres políticas.
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