CIUDAD DE MÉXICO (apro).– La mayoría calificada proyectada de Morena y sus aliados en el Congreso de la Unión (con el Senado a un paso de alcanzarla), resuelta por el INE y seguramente confirmada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ha generado reacciones dispares: desánimo en una minoría y júbilo en la mayoría. Para quienes, como yo, han leído tanto el derecho como el contexto, la situación era previsible y aquí oportunamente lo he escrito. Al mismo tiempo, la aprobación en comisiones de la desaparición de siete organismos constitucionales autónomos ya sea por buenas o malas razones (esto es lo menos relevante), nos obliga a reflexionar, aunque sé que pensar, una actividad básica en otros tiempos, se ha vuelto una tarea sinuosa y compleja, incluso para personas con un alto nivel intelectual y amplias prendas cognitivas. Muchos de ellos parecen estar en un duelo profundo y se han declarado en huelga racional y pragmática. Creo que hay una oportunidad, no una debacle. ¿Qué debemos hacer a partir de este momento? Veamos.
Primero. En este punto parece evidente que el camino del todo o nada seguido por los detractores radicales del nuevo régimen —que ha estado en vigor desde 2018 y que ahora busca traducirse en norma jurídica vigente mediante la reforma constitucional— no sólo no ha rendido los frutos esperados por sus promotores; antes bien, ha movilizado a las facciones más radicales de la 4T. Las declaraciones del embajador de Estados Unidos y de los líderes de los organismos empresariales no han derivado en una ruptura —ni siquiera en la amenaza— de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos, México y Canadá. Tampoco los principales empresarios han manifestado públicamente su oposición a seguir invirtiendo en el país, y mucho menos han considerado abandonar México en busca de oportunidades en otras latitudes. Las fuerzas armadas han actuado con la debida institucionalidad, y la gran mayoría de la población (con razón o sin ella, lo cual es secundario; lo importante es el hecho en sí) apoya a la 4T. Morena y sus aliados, además, no solamente han ganado la Presidencia de la República, sino que gobiernan tres cuartas partes de los estados de la República. Esa cuarta parte restante ha cultivado en su mayoría relaciones favorables con la 4T para mantenerse en el poder, dada la simple razón de que el Presupuesto de Egresos de la Federación es autorizado por la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, y las atribuciones federales en los estados son inmensas. Atrás quedaron las ocurrencias de algunos gobiernos estatales de separarse de la coordinación fiscal con la Federación, surgidas momentáneamente en 2019 por ignorancia. Según los principales expertos en economía, el único estado que podría subsistir sin la Federación es Tamaulipas, donde gobierna Morena. Eso es lo que hay, y sobre esa realidad debemos actuar, nos guste o no.
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