MÉXICO, D.F., 7 de mayo (apro).- A sus 12 años, “Ana” (nombre ficticio) supo que su cuerpo tenía un precio.
Una casa y una camioneta fue el pago que ofreció un sujeto a sus padres quienes desde hace poco más de un año la obligaron a prostituirse. Ellos mismos la llevaban a un hotel, su madre videogrababa las “sesiones” o le tomaba fotografías desnuda para agasajar a su “cliente”.
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