México, D.F., 18 de mayo (apro).- Estimado lector de la presente: ¿está usted seguro que no vive en la mentira? Esta pregunta, su servidor lo admite, puede pecar de impertinente, pero en modo alguno, es ociosa y gratuita. Recordemos que en los Evangelios está escrito: “la verdad os hará libres”, por lo que se puede pensar que vivir en o por, sobre o tras la mentira, es vivir en la esclavitud… ¿o no es así?
Para ir aclarando puntos sobre la materia a tratar, bueno será recordar lo que significa la palabra en sí. Según la aceptación más corriente del término mentira, es lo contrario de la verdad, de la realidad; es una manifestación o expresión contraria a lo que se sabe, cree o se piensa, emitida bien por miedo, conformismo o por conveniencia. Si se medita sobre ella tenemos que si se dice personalmente, damos premeditadamente una versión falsa de la verdad; por el contrario, si se nos informa de manera embustera sobre una realidad, la que sea, nos encontraremos en la penosa situación de no poder interpretar correctamente esa realidad, sobre ese hecho determinado, por habérsenos presentado de manera incorrecta, sea a sabiendas o por error, lo mismo da. Esa falsedad de comunicación impedirá que se pueda actuar sobre ese hecho o realidad comunicada de una manera propia para rectificarlo si nos perjudica, y menos se podrá hacer si esa mentira se nos ha dicho por convenir así al que la emite, pues con ella nos está manipulando para llevarnos por el camino útil a los fines del emisor de la misma.
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