MÉXICO, D.F., 20 de agosto (proceso).- Cuando parecía que la economía mexicana se estaba recuperando, las exportaciones crecían, las inversiones extranjeras subían y hasta se podía hablar de aumento del empleo, las malas noticias han hecho sonar la alarma. La recesión que comenzó en 2008 no ha terminado; sus manifestaciones actuales son aún más devastadoras. Los países del Atlántico norte, Europa occidental y Estados Unidos, se encuentran ante graves problemas derivados del aumento de su déficit público, las dificultades para pagar sus deudas y la imposibilidad de encontrar nuevos caminos para reanimar sus economías. El futuro no será halagador en esos países: habrá una disminución de sus gastos gubernamentales, los ritmos de crecimiento de su economía serán muy lentos, el desempleo seguirá al alza, sobre todo entre los jóvenes. Para México, muy vulnerable a lo que ocurre en el exterior, las perspectivas son una repetición de lo ocurrido en el 2009.
Importa tener presente que el comercio exterior representa un porcentaje muy alto del PIB en México, cerca del 60%. El comportamiento del mismo, alrededor del 65% con Estados Unidos, es fundamental para el crecimiento de la economía mexicana. No es extraño que en el 2009, como reflejo de la recesión en aquel país, el PIB en México cayera 6% y se perdieran más de 700 mil empleos. Las cifras desfavorables sobre la situación social en México que salieron a la luz en el censo del 2010 son, en gran medida, el resultado de esa caída.
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