MEXICO, DF, 4 de julio (proceso).- Queridos padres:
Hace nueve meses, el 26 de septiembre de 2014, vieron, con la esperanza y la alegría de cualquier padre, partir a sus hijos a sus tareas diarias. Hace cuatro años, el 27 de marzo de 2011, a 200 kilómetros de Ayotzinapa, yo también vi partir al mío y a sus amigos. Ni los suyos ni los míos volvieron. A mis muchachos los secuestraron, los torturaron y los asesinaron con la vileza con la que desde hace muchos años se asesina en este país. A los suyos, los desaparecieron y, con la crueldad y el cinismo que desde hace muchos años el Estado y sus partidocracias estilan ante el horror, construyeron una absurda verdad histórica que no aceptamos, porque no aceptaremos nunca que se asesine ni se desaparezca a nadie. Aceptarlo sería aceptar un totalitarismo de nuevo cuño donde el poder del Estado y el dinero de los grandes capitales del crimen transforman el país en un rastro humano de altos rendimientos económicos. Por eso salimos a la calle. Por eso señalamos al Estado como el responsable supremo de este espanto. Por eso recorrimos el país y el extranjero. Por eso sentamos a los poderes en una mesa. Por eso llamamos al boicot electoral.
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