México, D.F., 31 de julio (apro).- La escena se repite con regularidad. Un noticiero exhibe a manifestantes ocupando una vía principal, acerca la cámara a conductores desesperados y entrevista a algunos de ellos: “Llevo una hora en el tráfico”, “estoy harto de estos holgazanes”. El locutor refuerza la postura editorial con una andanada de descalificaciones contra los inconformes.
Las marchas empiezan a ser equiparadas con una práctica rupestre, molesta, inútil. Partidos, gobernantes y medios de comunicación se ensañan con regularidad contra los manifestantes; los tildan de bárbaros, ilusos y perezosos. La campaña comienza a surtir efecto.
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