Teresa Ulloa Ziáurriz* / CIUDAD DE MÉXICO (apro-cimac).- Como un grito desesperado pidiendo ayuda a la sociedad mexicana calificó Javier Fernández Gómez su exigencia de justicia ante la –ya confesa– violación tumultuaria de su hija Dafne, ocurrida en 2015, por parte de los llamados “Porkys de Costa de Oro”, Veracruz, quienes tienen nombres y apellidos: Enrique Capitaine Marín, Jorge Cotaita Cabrales, Diego Cruz Alonso, y Gerardo Rodríguez Acosta.
Se ha vuelto una trágica costumbre saber de gritos desesperados clamando por justicia debido a la más diversa gama de atrocidades ocurridas en prácticamente todo el territorio nacional, contra mujeres, niñas y adolescentes, donde el común denominador es la impunidad que tiene tras de sí la colusión entre las y los integrantes de la élite política (que en muchos casos se ostentan como gobernantes) para exentarse a sí mismos del cumplimiento de la ley.
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